"Dos locas de remate", "Un judío común y corriente" y "Eva y Victoria" son los espectáculos que suben a escena con su impronta desde la dirección. Las tres piezas se adentran en la historia argentina y en la intimidad de una familia.
Manuel González Gil es uno de los directores más prolíficos de Argentina y con 35 años de labor conlleva un recorrido por todos los géneros del arte teatral. Esta temporada pisa fuerte en la cartelera marplatense con tres grandes obras: “Dos locas de remate”, “Un judío común y corriente” y “Eva y Victoria”.
En una charla exclusiva con LA CAPITAL sentenció: “Cada una de las obras en su medida propone una temática tan diferente que nos hace crecer y profundizar en esos aspectos”.
En primer lugar, “Dos locas de remate” es una tragicomedia protagonizada por Verónica Llinás y Soledad Silveyra que narra el reencuentro entre dos hermanas después 20 años que deben superar su pasado para abrazar su futuro y muestra el trasfondo social de las complejas relaciones familiares.
Su director explica: “‘Dos locas de remate’ me hizo entrar en un mundo muy especial que es el mundo de las relaciones familiares y de estas familias tan especiales, esta sensación de un TOC (trastorno obsesivo compulsivo) de un personaje que tiene esta casi imposibilidad afectiva con respecto a ella misma y hacia el otro, y cómo a pesar de eso la sangre logra equiparar estas situaciones y siempre es más fuerte que cualquier cosa”.
En relación al consagrado elenco que dirige, Manuel afirmó que Soledad y Verónica le facilitaron el trabajo 100% y agregó: “Es como un director técnico de selección, obviamente que su equipo va a jugar mejor porque tiene a los mejores en su equipo y lo mismo me pasa… Si vos te encontrás a Solita y a Verónica en un elenco obviamente que vas a tratar de transitar otros problemas que no hacen puntualmente a lo actoral, no te quedás nada más que en un detalle técnico de cómo es la interpretación, eso ya lo das por descontado”.
En segundo lugar, el director participa en “Eva y Victoria”, una obra protagonizada por María Valenzuela, Sabrina Carballo y Belén Romano donde se narra un encuentro imaginario entre Eva Perón y Victoria Ocampo para tratar en el Congreso de la Nación el proyecto de ley que les permitirá a las mujeres votar.
Esta unión demuestra cómo las ideas que fueron durante décadas irreconciliables para nuestra nación pueden unirse en pos de lograr una mirada esperanzadora del futuro argentino.
Asimismo, este proyecto conlleva un gran aprendizaje ya que profundiza en la historia de nuestro país y, para su director cada oportunidad en que sale a escena dispara el pensamiento: “Ves la obra y decís ‘ay, dios, estamos paralizados como 50 años en estas mismas dos veredas, mirando un país que no quiere dar un paso para acercarse para el otro lado'”.
En tercer lugar, siguiendo con una perspectiva histórica González Gil dirige “Un judío común y corriente” protagonizada por Gerardo Romano; donde se refleja el conflicto que atraviesa un judío alemán que vive en Alemania hoy en día y es invitado por un profesor de ciencias sociales de una escuela secundaria, a raíz de que sus alumnos luego de estudiar el nazismo quieren conocer a un judío.
Esta obra ha perdurado en el tiempo por cinco años gracias a que comenzó con una gran visión por parte del director y su protagonista, quienes una vez que leyeron el texto estaban convencidos del camino que querían comenzar. “Hagámoslo porque con textos como éste uno crece, no importa si va a ser exitoso o no, si presumimos…”, le dijo González Gil a Romano. Por último, para concluir con su charla con LA CAPITAL el director sentenció: “Por ahí no es el texto más comercial que uno pueda pensar. Con este quisimos juntos trabajar un material que es de una profundidad y de una exquisitez muy especial, y que sabíamos que el trabajarlo nos iba a dar un crecimiento personal a ambos, y esto fue lo que hicimos”.